Bocado de País busca la denominación de origen con sello venezolano
29/12/2015 | 09:30 am
Por: Ana María Sandoval
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En Venezuela solo existen tres productos con denominación de origen; el cacao de Chuao, el cocuy de Pecaya y el ron venezolano. ¿Por qué solo tres productos? ¿Cómo lo obtuvieron? ¿Qué los hace tan atómicos? ¿Cuáles luchan por obtenerlo? Hoy lo sabremos todo.
Rosanna Di Turi es periodista especializada en gastronomía, autora de los libros «ABC del Vino», «Ron de Venezuela» y «El legado de Don Armando» y directora de Todo en Domingo. El rasgo que la distingue es la disciplina. La rigurosidad. Todo lo que dice o escribe es porque lo investigado hasta la saciedad. Por eso le creo y la admiro.
Los indios taínos salieron del río Orinoco buscando mar y conquista de islas. Entre sus macundales llevaban unas semillitas de un ají que no picaba mucho y por eso en los relatos de Indias se habla de el ají dulce en Margarita. Aquí creció feliz, como todo el que llega a nuestra isla más grande. Un suelo calcáreo de alta salinidad, un clima caliente de día y sin frío de noche, apenas una brisita que lo abanica. Todo parece indicar que cumple con las condiciones para obtener la denominación de origen.
Y en eso anda Fernando Escorcia es arquitecto, pero con un paladar tan alborotado por los sabores de la isla, que solo diseña planes para promover la cultura gastronómica de las comunidades margariteño, defender el ambiente, apoyar a los productores y lograr que Venezuela y el mundo se enteren cuáles son los 101 Impalables de Margarita. Preside Margarita Gastronómica y obtuvo mención honorífica Premio Tenedor de oro en el 2013.
El ron venezolano refleja el alma de esta tierra, su clima excepcional, la constancia de los maestros roneros, el añejamiento de dos años en barricas de madera. Es único. No se parece a los rones que se producen en más de 45 países en el mundo pero tiene que competir con ellos. Cuando los fabricantes venezolanos se dieron cuenta de que todos comparten el mismo ADN, dieron la batalla por tener una denominación de origen que los diferenciara del resto de los rones en el mundo. Y la obtuvieron. El ron venezolano tiene el sello Denominación de origen controlado.
Alberto Vollmer empezó a trabajar en Ron Santa Teresa en 1996 como supervisor del tercer turno de envasado. Es decir, de noche. Cuando la empresa estaba a punto quebrar, en 1999, aceptó ser el presidente y sacarla adelante. Llegó a una conclusión muy sencilla. «Esta empresa se llama Ron Santa Teresa, el ron es bueno y resulta que ha sido así por los últimos 200 y pico de años» Su gran descubrimiento fue darse cuenta de que la médula de su estrategia era el ron. Educaron a los consumidores, mejoraron los empaques, se metieron en los bares más cosmopolitas del mundo y se esmeraron en levantarle la autoestima a los venezolanos a punta de excelente ron de este terruño aragueño.
Desde hace más de 500 años los habitantes del pueblo falconiano de Pecaya viven de la planta de agave cocuy. Con ella hacen sus casas, techos, muebles, artesanía, se curan los vaporones de la menopausia, estimulan la fertilidad, sanan heridas y fracturas. De sus alambiques sale el COCUY pecayero, una bebida ancestral, exquisita y refinada. De las 500 personas que habitan en Pecaya,el 75% depende del COCUY. Durante muchísimos años fueron perseguidos. Les quemaban los alambiques que escondían en la montaña. Ese mismo cucuy que fue ilegal y perseguido hoy tiene denominación de origen, 8 marcas registradas y hasta un consejo regulador de la denominación que preside Moncha, insigne, amorosa y generosa fabricante de cocuy.
Para narrar la historia de esta pueblo arropado de agave y con aroma de cocuy, está con nosotros Miriam Díaz. Ella es la coordinadora del programa Agave del Instituto Falconiano para el desarrollo de las zonas áridas y costeras. Pero su cargo no dice nada de lo que ella es. Una apasionada de Pecaya, una luchadora tenaz, una fajada que paso 12 años entregada hasta que se consiguiera la denominación de origen, luego el permiso de bebida artesanal, el regIstro de marcas. Por sus venas corre cocuy y se le nota en el entusiasmo.